XXV FESTIVAL IBÉRICO DE MÚSICA
Música y danzas tradicionales de la India
RANGEELA 1001
MAMÉ KHAN, armonium y voz
AMIN KHAN, khartal
DARE KHAN, kamaycha
MANJOOR KHAN, tablas
MAITREYEE MAHATMA, baile
MIÉRCOLES, 21 DE MAYO – 21:00 HORAS
PALACIO DE CONGRESOS DE BADAJOZ – SALA AZUL
Las mil y una Noches con Rangeela
VOCES Y DANZAS DE LA INDIA Y DEL RADJASTHAN
Músicos manganiyar del
Rajasthan
Ayer, miércoles 21 de mayo, comenzó el Festival Ibérico de Música en Badajoz. Ya se ha llegado a la edición XXV, un número redondo, e igualmente redondo fue el concierto inaugural. Por varios motivos:
• La sala (la Sala Azul del Palacio de Congresos) estuvo llena, tanto que algunos socios de la Sociedad Filarmónica de Badajoz, organizadora del festival, hubieron de quedarse fuera al ser limitado el aforo.
• La segunda satisfacción fue el concierto en sí mismo: Rangeela 1001 – Voces y danzas de la India – transportó a los espectadores a la Edad Media, al mundo de Las mil y una noches con ritmos y melodías que recordaban a veces al flamenco y con melismas que fueron llenando el ambiente de magia oriental.
• Además de en la voz del cantante, la melodía se sustentaba en dos instrumentos: una especie de armonium (que tocaba el propio cantante con la mano izquierda mientras con la derecha accionaba una tapa vertical que proporcionaba el aire necesario para producir el sonido) y un kamaycha, un instrumento de cuerda que se toca en vertical (con unas cuerdas lleva la melodía y con otras genera un como zumbido continuo). Otros dos músicos se encargaban de los aspectos más rítmicos con un tambor “doble” (sonidos graves y agudos) y un instrumento que se parece a unas castañuelas llamado khartal: fueron celebrados especialmente los diálogos entre los dos, sobre todo cuando el ritmo era endiabladamente rápido y con contrapuntos sobre contrapuntos (no sé decirlo de otra forma).
• Hubo canciones tristes y alegres, religiosas y profanas a las que el público, en algunas ocasiones, no pudo sino sumarse con palmas e incluso con un conato de canto cuando se lo pidieron los músicos, quienes tuvieron que salir a seguir tocando y cantando al acabar el recital.
• Y el último detalle, la danza: una bailarina, de belleza extraordinaria, puso sobre el escenario sensibilidad, tragedia y dulzura en todos sus movimientos logrando una expresividad dinámica desde los ojos hasta los pies, descalzos, pasando por las líneas sutiles que dibujaban sus brazos y manos.
• La belleza de los temas vocales e instrumentales y del movimiento de la danza se acrecentaba por el colorido del vestuario, tradicional, de los músicos y la bailarina así como de las telas de seda que colgaban de las piedras de la muralla que forma el fondo del escenario de esta sala.
Espectáculo redondo.
Luis Arroyo Masa